Nieve de estío
Juan de Dios Peza
Como la
historia del amor me aparta
de las sombras
que empañan mi fortuna,
yo de esa
historia recogí esta carta
que he leído a
los rayos de la luna.
Yo soy una
mujer muy caprichosa
y que me juzgue
a tu conciencia dejo,
para poder
saber si estoy hermosa
recurro a la
franqueza de mi espejo.
Hoy, después
que te vi por la mañana,
al consultar mi
espejo alegremente,
como un hilo de
plata vi una cana
perdida entre
los rizos de mi frente.
Abrí para
arrancarla mis cabellos
sintiendo en mi
alma dolorosas luchas,
y cuál fue mi
sorpresa, al ver en ellos
esa cana crecer
con otras muchas.
¿Por qué se
pone mi cabello cano?
¿Por qué está
mi cabeza envejecida?
¿Por qué cubro
mis flores tan temprano
con las
primeras nieves de la vida?
No lo sé. Yo
soy tuya, yo te adoro,
con fe sagrada,
con el alma entera;
pero sin
esperanza sufro y lloro;
¿tiene también
el llanto primavera?
Cada noche
soñando un nuevo encanto
vuelvo a la
realidad desesperada;
soy joven, en
verdad, mas sufro tanto
que siento ya
mi juventud cansada.
Cuando pienso
en lo mucho que te quiero
y llego a
imaginar que no me quieres,
tiemblo de
celos y de orgullo muero;
(Perdóname, así
somos las mujeres).
He cortado con
mano cuidadosa
esos cabellos
blancos que te envío;
son las
primeras nieves de una rosa
que imaginabas
llena de rocío.
Tú me has
dicho: "De todos tus hechizos,
lo que más me
cautiva y enajena,
es la negra
cascada de tus rizos
cayendo en
torno a tu faz morena".
Y yo, que
aprendo todo lo que dices,
puesto que me
haces tan feliz con ello,
he pasado mis
horas más felices
mirando cuán
rizado es mi cabello.
Mas hoy, no
elevo dolorosa queja,
porque de ti no
temo desengaños;
mis canas te
dirán que ya está vieja
una mujer que
cuenta veintiún años.
¿Serán para tu
amor mis canas nieve?
Ni a suponerlo
en mis delirios llego.
¿Quién a
negarme sin piedad se atreve
que es una
nieve que brotó del fuego?
¿Lo niegan los
principios de la ciencia
y una antítesis
loca se parece?
pues es una
verdad de la experiencia:
cabeza que se
quema se emblanquece.
Amar con fuego
y existir sin calma;
soñar sin
esperanza de ventura,
dar todo el
corazón, dar toda el alma
en un amor que
es germen de amargura.
Buscar la dicha
llena de tristeza
sin dejar que
sea tuyo el hado impío,
llena de
blancas hebras mi cabeza
y trae una
vejez: la del hastío.
Enemiga de
necias presunciones
cada cana que
brota me la arranco,
y aunque empañe
tus gratas ilusiones
te mando, ya lo
ves, un rizo blanco.
¿Lo guardarás?
Es prenda de alta estima
y es volcán
este amor a que me entrego;
tiene el volcán
sus nieves en la cima,
pero circula en
sus entrañas fuego.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario